No sé si te lo he dicho alguna vez pero soy costalero. Si, uno de esos que van debajo de un paso en Semana Santa. Además en Madrid. Tirando con todo el cuerpo y el alma hacia arriba. Si no eres aunque sea sólo un poquito creyente en la fe cristiano católica es muy complicado que lo entiendas. No te sientas ofendido. Lo siento de verdad, pero no hay por dónde cogerlo. ¿Dime qué sentido meramente humano tiene el meterse con otros veinticinco tios debajo de un paso para cargar cuarenta kilos durante casi seis horas? Y eso en mi paso que hay otros mucho más grandes. Siendo racionalista, ninguno en absoluto. Pero hay que contar con la dimensión oculta que se eleva por encima de eso. Cada costalero lleva por dentro su propia procesión. Una pasada. Creéme.

Capataz igualando a cuadrilla de costaleros
Con la «igualá» de los costaleros comienza la preparación de la salida procesional. Trabajo que se desarrollará en los ensayos durante varios meses hasta llegar el Domingo de Ramos. Si hablamos de ilusión no se me ocurre otra cosa a la que compararlo que a la vuelta al cole cuando eres pequeño. Te encuentras después de varios meses con todos otra vez, el capataz va componiendo el orden de la cuadrilla, despues te bebes una cervecilla… Lo mismo, vamos.
Igualar es un arte. El capataz va diciendo que gente va en cada trabajadera, según las alturas. Una cosa bastante difícil, pues se hace viendo a qué altura está la vertebra que soporta el peso del paso cada costalero.

Costal
Como dice Manuel: Ya huele otra vez a incienso y estamos en un nuevo curso cofrade y apenas quedan 150 días para el Domingo de Ramos. Es hora de remangarse de nuevo y tirarse al suelo a hacer costales